Mira hacia adelante. No bajes la cabeza ni eleves la barbilla… mira de frente, a los ojos, simple y llanamente.
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Busca algo en lo que centrarte… FOCALIZA. Discierne el horizonte, encuentra un lugar donde poner tu atención y quédate ahí un momento. Concéntrate en lo que visualizas, date tiempo para alcanzar mayor claridad y nitidez.
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Respira. No hace falta correr. El equilibrio y la velocidad no siempre van de la mano… así que paso a paso.
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Vé hacia tu centro. Está justo en el medio de ti. Viaja hacia ese lugar en tu interior… y CONÉCTATE hacia adentro.
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Halla un buen apoyo, un lugar donde hacer pie. Por pequeño que sea, siempre hay un lugar donde anclarse, al menos por un rato.
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Crece, estírate, alarga, abre el pecho… CONFÍA.
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Esto es lo que a mi me ayuda, en el Yoga y en la vida.
Es lo que me sostiene, lo que me permite seguir. Cayéndome y levantándome, claro… porque el equilibrio a veces falla. Pero no tengo prisa, sé hacia donde voy.
Mi familia me sostiene, mis amigos me centran, mis alumnas me focalizan, las ganas de vivir me elevan, la naturaleza me hace confiar en que todo irá bien… y eso hago… sigo creyendo que todo irá bien.
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